Día Internacional de la Mujer- 8 de marzo de 2017- María Moliner

“Estando yo solita en casa una tarde cogí un lápiz, una cuartilla y empecé a esbozar un diccionario que yo proyectaba breve”. Ella esperaba concluirlo en “más o menos seis meses”. Finalmente, terminó este “breve” diccionario 16 años (“siempre le faltaban dos años para terminar”, declaró su hijo menor en 1981) y 80.000 entradas más tarde. Ahora, en su cuarta edición, ya son casi 93.000 y numerosos sus seguidores, entre los que se encuentran personajes tan ilustres como Miguel Delibes, Francisco Umbral o el premio Nobel de literatura Gabriel García Márquez. Este declaró en 1981, en un artículo que escribió tras la muerte de la lexicógrafa, que “María Moliner hizo una proeza con muy pocos precedentes: escribió sola, en su casa, con su propia mano, el diccionario más completo, más útil, más acucioso y más divertido de la lengua castellana, dos veces más largo que el de la Real Academia de la Lengua, y –a mi juicio- más de dos veces mejor”.

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María Moliner vestida de charra en Simancas, 1923. © RTVE

Su intención fue la de crear “un instrumento para guiar en el uso del español tanto a los que lo tienen como idioma propio como a aquellos que lo aprenden”. Quería alejarse del estilo anticuado, enrevesado y rígido de la Real Academia de la Lengua y, sustituirlo por uno más ágil y accesible a todos los hablantes (nativos y no nativos) del español, aunque no por ello falto de elegancia o de humor. Es un diccionario de uso: en él se explica lo que significan las palabras, pero también cómo se usan. Además, se incluyen otras con las que pueden reemplazarse. En palabras de Moliner, «Es un diccionario para escritores». Lo único que no quiso incluir en su diccionario fueron las palabras mal sonantes, muchas y muy frecuentes en el castellano, error que se le llegó a reprochar, junto con el hecho de que los modismos de las variantes del español de América Latina no fueran muy numerosos (algo que en posteriores ediciones ha cambiado).

El DUE es un diccionario pionero, no solamente por el modo en el que están distribuidas las entradas (incluye, además de la palabra, otras de la familia o por las que pueden ser sustituidas), sino por las propias palabras que en él aparecen. Mientras que para entrar en el Diccionario de la RAE (ahora DLE) ya han de estar normalizadas -y, en muchos casos, a punto de morir- el DUE pretende airear el lenguaje y atrapar su viveza. Así, ya desde su primera edición incluyó términos que la RAE no consideraba, por ejemplo, numerosos gentilicios y topónimos, voces extranjeras (como “subwoofer” o “mobbing”), términos relacionados con la informática (“ADSL”), u otros vocablos como “gogó”, “queli”, “ADSL”, “pelotazo” o “PIB”. Otra característica transgresora es que buscó romper con la definición tradicional, que abusa de frases barrocas y adornos innecesarios, como “dícese de” o “acción y efecto de” y definiciones circulares y cruzadas.

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María Moliner en La Pobla, 1953. © Instituto Cervantes

Cualquiera diría que esta proeza le habría valido para entrar en la Real Academia de la Lengua. Sin embargo, el sillón de la B pasó a ser el que no llegó a ocupar – lo hizo Emilio Alarcos – , ya que la Academia desestimó su candidatura en 1972, pese a contar con el apoyo de Rafael Lapesa o Pedro Laín Entralgo, candidatura controvertida por numerosos motivos. El primero, obviamente, por ser la primera mujer en solicitar la entrada en la Academia en sus –entonces- casi 260 años de existencia, algo que la machista y anticuada institución no estaba preparada para cambiar.Ella misma llegó a declarar en una entrevista “Desde luego es una cosa indicada que un filósofo –refiriéndose a Emilio Alarcos- entre en la Academia y yo ya me echo fuera, pero si ese diccionario lo hubiera escrito un hombre, diría: «¡Pero y ese hombre, cómo no está en la Academia!»”. El honor de ser la primera mujer académica le correspondió a la escritora Carmen Conde, aunque ella misma reconoció que tenía que haberlo sido antes Moliner: “Vuestra decisión pone fin a una tan injusta como vetusta discriminación literaria”, declaró en su discurso de ingreso en 1979.

Poco después de que su candidatura fuera desestimada, fue ella la que rechazó, en junio de 1973, el Premio Lorenzo Nieto López que la Academia quiso otorgarle, a modo de resarcimiento, “por sus trabajos en pro de la lengua”. Este hecho tuvo gran repercusión mediática en la época y la convirtió en pionera del feminismo. Además, a partir de ese momento comenzaron a aparecer duras críticas contra la anticuada actitud de la mayoría de los académicos.

Inevitablemente, la influencia que tuvo este trabajo en su vida y en la de sus allegados fue tal que uno de sus hijos respondió, cuando le preguntaron cuántos hermanos tenía: “Dos varones, una hembra y el diccionario”.

Elena Borrás García
Profesora ELE en Spanish Courses Unamuno